martes, 10 de marzo de 2009

Pese a todo, los peruanos de corazón y raíz resistiremos en nuestro territorio

Por Gil Inoach Shawit*


Una mezcla de intereses anda sedienta por ingresar a la presunta amazonía inexplorada a través de decretos con licencia para apoderarse de tierras y territorios del poblador amazónico, bajo el manto del formidable proyecto que evoca Alan García de modernizar a los “incivilizados”; cuando lo cierto es que la esencia de este proyecto es instaurar una nueva era de coloniaje económico. El capitalismo de consumo está deteriorando los valores morales y patrimoniales de la humanidad y juega en una acción análoga con los poderosos que pagan al inventor de la tecnología con un solo fin: mandar sobre el planeta y acabar con la soberanía de los Estados.


El neoliberalismo ha controlado bajo el sistema de la economía global a casi toda la población del planeta y ha puesto su maquinaria en expansión para apoderarse de todas las riquezas que tienen los países del tercer mundo.

El suburbio de la urbe oprime a cualquiera y reprime el alma en las noches, que acaso, aflora tímidos aires de libertad con el primer bostezo de la mañana, pero no más allá del ideario, porque sino entonces el patrón te botará por rebelde.

Tal vez algún rebelde en ciencias económicas y quizás hasta el más noble barredor de la calle aspire, desde su lecho, encontrar alguna fórmula para revertir su condición de dependiente, pero no pueden con el protocolo de la asimetría capitaneada por el más poderoso sistema que subordina a todos en cadena.

Y es que sin un ingreso monetario no se puede vivir en la ciudad. Los ideales por justicia social son solo sueños y muchos se ven obligados a renunciar a su vocación por dedicarse al cachueleo. Ni hay tiempo para pensar en otra cosa que no sea buscar algo para dar de comer a la familia. Es mejor no decir nada, mientras se balbucea mirando el crepúsculo que advierte que mañana será otro día.

Los padres invertimos todos nuestros sacrificios en la educación de nuestros hijos para que sean hombres y mujeres de bien para la sociedad, pero con los años uno se da cuenta que si algún hijo resultó ser bueno en su rendimiento, toda esa energía y valor lo entregará solo para el provecho de su patrón y así la cadena de dependencia continúa de una generación a otra.

Con este sistema de enganche, los gigantes del capital han metido sus tentáculos en la verde selva como golondrinas de paso, para arrasar todo recurso natural que resulte rentable, se trata de esa riqueza que los pueblos originarios tienen como un capital de vida para proteger su propio sistema de sobre vivencia en el complejo trama de la interdependencia.

El saqueador no tiene rostro humano ni social para ser lo más inescrupuloso en lo que hace, con tal de sacarle el máximo provecho y a menor costo posible al petróleo, al oro y la madera, así sea en detrimento de la población que recibe a cambio el plomo en la sangre, el cadmio y el mercurio.

Mientras el bosque, los ríos y los manantiales reclaman su desamparo a través de sus voceros naturales que luchan por su defensa, los gobernantes entregan alegremente grandes áreas de territorio a las trasnacionales que se frotan las manos para disponer de él, previa aceitada de funcionarios que más se dedican al “faenón” antes al servicio a la nación.

La práctica del faenón se ha convertido en toda una novela que desencadena en chuponeos que ponen en serio aprieto a cuántos políticos que hoy deben estar rogando y haciendo lobby para que sus aceitadas pasen por desapercibidas a cambio de favores y pactos al estilo del “hoy por mí, mañana por ti”.

El petróleo se acabará en pocos años, pero la inteligencia financiera que incentiva Kiyosaky para apostar y pensar siempre en lo grande los lleva a meterle el dedo al futuro de la humanidad, a la riqueza natural que está en el agua, en la diversidad biológica, en el germoplasma, en el oxígeno, etc.

Una mezcla de intereses anda sedienta por ingresar a la presunta amazonía inexplorada a través de decretos con licencia para apoderarse de tierras y territorios del poblador amazónico, bajo el manto del formidable proyecto que evoca Alan García de modernizar a los “incivilizados”; cuando lo cierto es que la esencia de este proyecto es instaurar una nueva era de coloniaje económico. El capitalismo de consumo está deteriorando los valores morales y patrimoniales de la humanidad y juega en una acción análoga con los poderosos que pagan al inventor de la tecnología con un solo fin: mandar sobre el planeta y acabar con la soberanía de los Estados.

En el Perú, el gobernante que tenemos olvidó de su juramento de hacer respetar la Constitución y ahora es el mismo gobierno el que está entregando en bandeja toda la riqueza del país a los grandes inversionistas privados y deja a la población a su suerte, sujeta a vivir de cachuelos. La repercusión inmediata de todo esto se seguirá reflejando en el incremento de la brecha de pobreza de manera abismal.

Desde que los mercaderes de Europa central hacen alianza con un monarca inglés para declararle la guerra a los nobles porque el impuesto que les cobraba por entrar en sus tierras no les dejaba ganar como ellos querían, nació -digamos- una primera economía mixta que dio origen al camino de la complicidad entre el Estado y el capitalismo. La revolución industrial, con el invento de las máquinas a vapor, llevó a los mercaderes convertidos en capitalistas a ampliar sus dominios en África, Asia y América, en una historia largamente conocida como la peor barbarie cometida por el hombre en su ambición por la riqueza ajena cometiendo genocidio y esclavitud.

Con la revolución industrial la población migró a la ciudad a cambio de magros salarios que solo servían apenas para comer, proceso de injusticia que dio lugar a una explosión social del proletariado que tuvo su más grande eco en Rusia y otros países que lo siguieron, generando el pánico del capitalismo alemán y asociados que no estaban dispuestos a perder sus conquistas.

Hitler que proclamaba ser un líder social-nacionalista, habría aprovechado esta coyuntura y vendido la idea a los capitalistas del entorno de atacar a Rusia y eliminar el comunismo, de modo que el poder inicial que gozaba le venía de sus promotores. El resultado: millones de muertos. A los socios capitalistas que le dieron rienda suelta a Hitler no les importó que este se desatara bajo la creencia de que los judíos descendían de una creación de materia prima de la tierra en estado de formación, imperfecta y diabólica, y que por esto merecían ser extirpados del planeta. Los nazis los enterraban vivos en fosas clandestinas mientras rezaban al Dios altísimo por cumplir esta misión en su condición de linajes de un material perfecto por que creían que la raza aria era de barro que salió luego de que la tierra alcanzó su estado perfecto.

La tendencia actual es que el mundo cada vez está más convencido de que una vida llevada de manera desequilibrada puede resultar contraproducente a la propia humanidad. Pero para los acumuladores de riqueza esta idea les representa una amenaza y no permiten que los estados jueguen un rol regulador, sino, por el contrario, intentan minimizar su presencia en la era del neoliberalismo.

El neoliberalismo ya es parte del pacto de la red telaraña, no tiene fronteras, ni rostro humano, solo quiere ganar a cambio de mano de obra barata, pero como no les conviene hacerlo en sus países de origen, buscan gobiernos débiles que en vez de invertir en educación, ciencia y tecnología, prefieren que el erario público se destine más en edificar elefantes blancos.

En el caso peruano el gobierno está cruzando sus dedos por que espera que más de 8 millones de hectáreas de bosques que están siendo administradas por las comunidades bajo contratos de cesión en uso, reviertan al Estado para ofrecerlas a sus amigos. En el cálculo de la astucia criolla los funcionarios serviles se preparan para el entreguismo devorador pero a la vez sustentar ante la comunidad internacional que los bosques seguirán protegiéndose. Con la filosofía del perro del hortelano la supuesta tierra perezosa que tienen las comunidades les serán recortadas así como el derecho a la vida de estos pueblos también, siendo comparables como corrientes análogas tanto el holocausto hitleriano antijudío como la actual versión del Aprismo alanista anti indígena y anti peruano.

Así como en la colonia los invasores les impusieron a los pueblos de América nuevas reglas de juego para que sus formas de vida local se conviertan en “ilegales”, los reclamos de la población ante el atropello de sus derechos, ahora también son catalogados de “ilegales”. Es decir, las burradas que hace el gobierno son buenas y legales, pero los derechos que reclaman los pueblos son presentados oficialmente como malos, a pesar de ser legítimos. Este es el típico código del capitalismo rapaz del pasado con el falaz rostro encubierto del neoliberalismo del presente.

El mundo se está convirtiendo cada vez más en una Aldea dominada por el poder económico que poco a poco le quita ciudadanía a los estados. En la práctica, gran parte de los ciudadanos están ahora subordinados a las necesidades e intereses del patrón. Cualquiera puede pensar que Estados Unidos es la primera potencia del mundo, pero esto no tiene nada que ver con el pueblo estadounidense, porque este es la primera víctima de la cibernética que controla al detalle todos sus activos.

El que manda en Estados Unidos es la famosa Reserva Federal que en la práctica es controlado por capitales privados que no tienen patria. Para que Bush invadiera Irak tuvo que pedir dinero a estos señores y el desembolso lo avaló el senado americano. ¿Por qué el dueño de la plata puede prestarle a un Estado que quiere invadir una nación?

Sencillamente, porque la invasión fue una obra maestra de los que siempre quieren controlar los recursos esenciales como es el caso del petróleo -el negocio del momento- y la acción militar nunca fue una respuesta que responda a una verdadera necesidad defensiva del pueblo americano.

Por eso extraña tanto que hasta ahora no hayan podido atrapar a Osama Bin Laden pese a los bombardeos de su paradero, como si tales bombardeos solo fueron una forma de presionar para una nueva repartija del petróleo, y ahora que ya la consiguieron nadie dice nada. Osama gana bien, los otros también, pero cuando necesiten de dinero vamos a ver qué seguirán provocando para que haya más guerras y crisis financieras.

No es convincente que los Estados que viven del dinero prestado, ahora sean los salvadores de las grandes corporaciones en quiebra, a no ser que nos tengan de tontos y pretendan imponernos una nueva figura de dominio mundial una vez ensayada con el susto de la población que ha probado ser presa fácil de engañar con cualquier cuento. A estas alturas, no nos extrañe un anuncio en el que nos digan que el mundo debe homogenizar su moneda para calibrar el desequilibrio de la economía mundial: habremos inaugurado el principio de un capítulo apocalíptico.

Nuestros gobernantes nos hacen creer que actúan sin ningún populismo, pero no se dan cuenta de la carnada que el neoliberalismo les ha puesto para que el discurso político de los gobernantes sea más populista y repita reiteradamente “que haya más inversión para más trabajo”, frasecita tan ingeniosamente colocada para canjear la riqueza por necesidad. ¿Cuál es el destino de un país que lejos de regular las políticas macro económicas con rostro nacional, cede todo a la inversión privada?

La respuesta la tenemos con el gas de Camisea. Resulta que el gas de Camisea es peruano cuando está en el subsuelo y en la medida que es elevado a la superficie se convierte en propiedad privada y ya no de los peruanos. Ahora ni el Estado peruano tiene facultades para regular los precios porque prácticamente perdió su soberanía sobre un producto que es de los peruanos, pero a la vez no lo es. Con el tiempo, las aguas, mientras vierten de manera natural serán del estado pero si sale en un balde ya no será del Estado. ¿Qué regla de juego tan tonta pero a la vez mortal es ésta?

Los países que ya han alcanzado cierto grado de desarrollo han diseñado una estrategia de atención social a su gente con políticas que van de la mano con la economía nacional, con capacidades de canalizar parte de sus externalidades con países del tercer mundo en forma de apoyo bilateral. Los países nórdicos, por ejemplo, pese a sus dificultades internas, como siempre, demuestran de manera constante que el dinero de sus contribuyentes es bien destinado, no es que lo parezca, si no que su gente lo siente. Japón, por ejemplo es un país con empresarios nacionalistas que prefieren pagar bien a sus trabajadores y promover que sus intelectuales y científicos se dediquen a las investigaciones de toda índole, porque saben que la sobrevivencia a todo tipo de fenómenos creados por el hombre solo serán posibles revertirla con inteligencia, con productos que la creatividad humana es capaz de desarrollar, mientras acá los alcaldes no dejan de sembrar el cemento a cada rato hasta el hastío.

Ellos se han trazado un camino de perfeccionarse a través de la educación impulsada por el Estado y cada profesional responde a los intereses de la nación con un modelo de capitalismo que promueve economías productivas. Pero en el Perú estamos lejos de alcanzar esta meta por que tal y como nos están conduciendo los gobernantes convierten a la población en cada vez más servil y sumisa, hasta en la educación estamos jodidos. Ya hasta las medidas de fuerza social han bajado su contundencia porque todo se está controlando. El país está siendo víctima de una gangrena que está ofuscando la capacidad de resistencia del pueblo. Mucho miedo en quedarse sin trabajo, como lo quiere hacer ver el poder de facto.

El pueblo amazónico es una de las pocas fuerzas que quedan de reserva, con relativa independencia económica, gracias a sus bosques, suelo y su sabiduría. No son académicos ni ingenieros del sistema global para tenerle miedo al patrón. No son funcionarios públicos para pensar dos veces si se va a una movilización o no. Son pueblos que resistirán a la peor catástrofe mundial de orden económico, porque en sus bosques hay todavía vida y la tierra da para comer. He ahí el principal motivo para defenderla y morir por ella.

No tenemos por qué agacharnos teniendo tanta riqueza. El Perú necesita reconstruirse sobre la base de su identidad cultural, prepararse para ser competitivo con un sistema de formación que dé seguridad a la futura generación, de ser y desarrollarse de manera creativa y propositiva. Ninguna política nos sacará del retraso mental como lo muestran nuestros funcionarios de caer como sapos muertos en la franja del acechador histórico como es Chile y no hay que ser ingenuos frente a la armada de buques y misiles con la avanzada diplomática de comercio.

Dicen que con el dinero baila el mono, los chilenos saben perfectamente qué quiere decir ese dicho popular y no en vano pretenden monopolizar el negocio peruano, porque cuando el mono deje de bailar y no tenga rama para escaparse su destino será la jaula del castigo (dependencia y pobreza) con el gatillo en la nuca para el silencio; habremos perdido la guerra nuevamente. Y no es que yo sea un anti Chileno, tampoco que el chileno sea anti Peruano, sino que la historia del conjuro nos ha puesto en una situación en el que Perú es apetitoso, tan codiciado como lo fue el guano y el salitre que, lamentablemente, solo el mantenernos alertas nos asegurará que reaccionemos a tiempo antes de amanecer invadidos.

El gobierno de Obama tendría que pensar dos veces para implementar el TLC. El pueblo amazónico ya no se dejará más amilanar, peleará hasta deshacerse de este gobierno para esperar que un nuevo gobernante más inteligente y estadista venga a gobernar. Esta resistencia que inicia con la movilización del 09 de agosto de 2008 tuvo respuesta de la inteligencia de facto al pretender fragmentarnos y trastocar de manera sistemática nuestras estructuras medulares. Felizmente estamos dispuestos a sacudirnos de esta infesta a tiempo.


* Gil Inoach Shawit, es indígena del pueblo Awajun y se desempeñó como Presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) durante dos periodos, de 1996 al 2002.

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