Diversas entidades manifiestan hoy preocupación por poblaciones indígenas aisladas que viven en regiones fronterizas de la Amazonia brasileña.
Un relatorio de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) habla de cinco grupos indígenas aislados en las márgenes del Rio Madeiras, en el estado de Rondónia.
Esas poblaciones, que no tienen contacto con el mundo exterior a ellos, pueden ser afectados por una hidroeléctrica que se construye en esa región fronteriza con Bolivia.
La obra se edifica con el concurso de las empresas Furnas (estatal) y Odebrecht (privada) que conforman el consorcio Madeira Energía.
Resulta que el proyecto recibió licencia del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales (IBAMA) basado en un parecer de la FUNAI.
Sin embargo, la propia FUNAI aconseja ahora investigar y preservar esas comunidades indígenas que identifica como sirianós y uru weu wau wau. Si fuera confirmada la presencia de ellos en las proximidades de las obras, éstas no podrán continuar, dijo el experto Elias Bigio, de la FUNAI.
Recordó que encuentros anteriores de indígenas aislados con no indios provocaron desastrosos choques culturales y transmisión de enfermedades.
Más al este, en el estado de Acre, fronterizo con Bolivia y Perú, también se reportó otra situación que pone en riesgo a comunidades aborígenes brasileñas.
Se trata de la migración de indígenas procedentes de Perú que invaden territorios de pueblos indígenas locales y pueden causar conflictos con esos pueblos.
Al menos fue detectada una comunidad de unos 80 indígenas peruanos que nunca tuvieron contactos con blancos ni con otros pueblos.
Confunden a los blancos con madereros que los agredieron y ocupan el territorio de otras comunidades, trascendió.
La situación fue revelada a la prensa por José Carlos Meirelles, un experto de la FUNAI que desde hace 20 años monitorea tribus brasileñas en esa región.
En Tabatinga, Amazonas, se clausuró una reunión de movimientos sociales que analizó la situación de la población indígena y ribereña en esa región.
Se trata de un área al Noroeste que cubre la triple frontera Brasil-Peru-Colombia afectada por la violencia y el tráfico de drogas procedentes de los países vecinos.
El encuentro se pronunció por buscar la articulación entre los gobiernos de las tres naciones para desarrollar un trabajo conjunto con las poblaciones.
Son comunidades con altas tasas de analfabetismo y deficiente atención de salud, consideradas entre las más pobres de Brasil, definieron misioneros indigenistas (CIMI).
Los indígenas del área señalan que la explotación de los recursos naturales perjudican los peces y frutos que consumen y exigen demarcación como área protegida.
Fuente: Prensa Latina
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